Los principales afluentes de dar vida tanto en Guatemala, como en El Salvador ya no soportan más contaminación y están a punto de recibir el tiro de gracia.
Los ríos Ostúa, Guija y Lempa se pueden convertir en resumideros en donde se recojan las aguas contaminadas por minerales pesados provenientes de la mina a cielo abierto Cerro Blanco.
Si bien la mina se encuentra en el vecino país Guatemala, los ríos se conectan gracias a sus vertientes naturales y arrastran no solo el agua, sino también la contaminación e impurezas que arroja la mina, por lo que organizaciones ambientalistas de ambos países se unen para demandar de los gobiernos la prohibición unánime y el cierre definitivo de la mina Cerro Blanco.
El Salvador mantiene la ley de prohibición de minería metálica, aprobada por la asamblea legislativa en marzo del año 2017. Sin embargo, hasta el momento y pese a que el gobierno conoce sobre la amenaza que significa la mina vecina Cerro Blanco de Guatemala para los ríos Guija y Lempa, no se ha dado ningún pronunciamiento oficial al respecto, lo que pone en alerta a las organizaciones sociales y ambientalistas.
En conferencia de prensa representantes y defensores ambientales de El Salvador y Guatemala advirtieron que es preciso que la población conozca que existen proyectos mineros transfronterizos que amenazan con contaminar el agua y agravar la crisis hídrica de los países.
La amenaza más inmediata la representa el proyecto minero Cerro Blanco, un proyecto de mina subterránea ubicado en Asunción Mita Jutiapa, que desde el año 2007, hace 14 años, intenta fallidamente extraer oro y plata, pero acertadamente es una bomba contaminante para los ríos y ahora busca convertirse en una mina a cielo abierto.
La minería a cielo abierto es una forma de minería mucho más agresiva para el medio ambiente y peligrosa para la salud humana. Como defensores ambientales alertamos sobre este nuevo intento del proyecto minero Cerro Blanco de intentar doblar las leyes ambientales de Guatemala y evitar realizar todo el debido proceso que implica entre otras cosas la realización de una consulta amplia en las comunidades que se se verían directamente afectadas por este cambio.
Las magnitudes de los cambios solicitados van desde procesar 1000 toneladas diarias de material a procesar 10,952 toneladas diarias y de extraer 3.31 millones de toneladas de material en túnel de 73.4 km a extraer 144.8 millones de toneladas en tajos con una profundidad de hasta 370mt y 1200mt de largo. Todo este material posteriormente se convierte en desechos que se depositan en cerros que generará drenaje ácido y polvos dañinos para la salud.
En total la mina estima que extraerá durante los 12 años de explotación cerca de 38.4 millones de m3 de agua, una extracción que afectará el acuífero local por más de 32 años. Según el modelo que presentan los ríos y riachuelos afectados principalmente serán Tancushapa, Tempisque, San Francisco y el río Ostúa que drena a El Salvador. Todas muestran reducciones fuertes del caudal entre 10% y 70%. El río Ostúa drena en el Lago de Güija y por lo tanto al Rio Lempa.
Los defensores ambientales advierten que la mina Cerro Blanco traerán desplazamiento, pobreza, enfermedades, y conflictividad, pero también la mina con los 500 trabajadores que pondrán para la construcción, traerá prostitución, trata y violencia para las mujeres de las comunidades. Estos impactos no se contemplan en el actual estudio. Denunciamos también ante las autoridades competentes, la poca o nula transparencia en la adquisición del proyecto por parte de la empresa Bluestone y su subsidiaria Elevar Resources.
Hacen un llamado a la población de El Salvador y Guatemala a exigir el cierre definitivo del proyecto minero Cerro Blanco, que en 14 años de operación ha contaminado con arsénico y metales pesados el río Ostúa tributario del lago de Guija y el río Lempa, violentando el derecho humano al agua, al ambiente sano, a la vida y la salud de la población de Asunción Mita, las comunidades de Metapán que viven en la ribera del lago de Guija y a los más de 3 millones de salvadoreños y salvadoreñas que dependen del río Lempa.